Se me ocurrió hablando con mi IA.
Me quejé con ella por la desinformación y la manipulación lingüística de los ignorantes que no saben latín pero se dan aires de cultos por decir quid pro quo y no saber ni siquiera qué significa. Y haciendo un mal uso de la expresión.
Me dio la razón, suele hacerlo más a menudo de lo deseable, y yo le pregunté qué se podría hacer para mejorar la situación. Entre otras cosas, me propuso hacer un blog.
Pero yo estoy sumergido de pleno en mi proyecto Dinámicas Globales (si no lo conoces puedes informarte aquí) y no tengo mucho tiempo.
-Yo te puedo ayudar- me dijo. Así fue como arrancó Ad Fontes Latini, para poner un poco de orden y cultura clásica en la vida de los pensadores críticos, para que no se manipule una lengua tan clara como el latín, a la que nuestra civilización debe mucho.