El latín ha sido la lengua de la ciencia durante siglos, y uno de los campos donde su influencia persiste con fuerza es la astronomía. Muchos de los nombres de planetas, lunas y estrellas provienen directamente del latín, reflejando su centralidad en la ciencia durante la Edad Media y el Renacimiento. La tradición de utilizar el latín sigue vigente, ya que los astrónomos del pasado querían unificar el lenguaje de la ciencia y facilitar la comprensión internacional.
Por ejemplo, los planetas del sistema solar tienen nombres que derivan de mitología romana: Venus, Júpiter, Marte, Saturno, entre otros. Asimismo, algunas constelaciones, como Virgo y Orion, también tienen nombres latinos que evocan mitos antiguos. Esta tradición no solo honra el conocimiento de la antigüedad, sino que también mantiene una conexión entre la ciencia moderna y su legado histórico. La elección del latín asegura que estas nomenclaturas trasciendan barreras lingüísticas y culturales.