En tecnología, una solución ad hoc a menudo da lugar a inventos brillantes que luego trascienden su propósito inicial. Un caso fascinante es el desarrollo del Internet. Durante la Guerra Fría, el Departamento de Defensa de Estados Unidos necesitaba un sistema de comunicación que pudiera sobrevivir a ataques en caso de conflicto nuclear. Así nació ARPANET, una red creada ad hoc para permitir la comunicación entre ordenadores en situaciones de emergencia. Lo que empezó como una solución puntual terminó siendo la base del Internet moderno que hoy usamos en todo el mundo.
Este ejemplo muestra cómo algo diseñado para resolver un problema concreto puede evolucionar hacia aplicaciones más amplias e inesperadas. Por ello, las soluciones ad hoc, aunque específicas y temporales en su origen, tienen un gran potencial para transformarse en descubrimientos de largo alcance.