El uso de ad hoc también tiene una larga tradición en el ámbito científico, donde a menudo se crean hipótesis o soluciones temporales para explicar fenómenos inesperados. Un ejemplo famoso proviene del campo de la astronomía con el modelo geocéntrico de Ptolomeo en la antigüedad.
Cuando los astrónomos notaron que los planetas parecían moverse hacia atrás en el cielo (un fenómeno conocido como retrogradación), el modelo original —que suponía órbitas circulares perfectas alrededor de la Tierra— no podía explicarlo. En lugar de descartar el modelo, se introdujeron los llamados epiciclos, esferas más pequeñas añadidas a las órbitas planetarias. Esta fue una solución ad hoc: diseñada específicamente para explicar un hecho inesperado dentro de un modelo que se consideraba correcto. Aunque los epiciclos funcionaban temporalmente, resultaron ser una complicación innecesaria y finalmente fueron reemplazados por el modelo heliocéntrico de Copérnico.
La ciencia actual también recurre a explicaciones ad hoc cuando una teoría existente no se ajusta completamente a los datos observados. Un ejemplo moderno es la introducción de la materia oscura en cosmología. Cuando los científicos observaron que las galaxias giraban de manera inexplicable según las leyes de Newton y Einstein, propusieron la existencia de una masa invisible (materia oscura) para explicar este comportamiento. Aunque esta solución ad hoc todavía está en estudio, demuestra cómo los científicos adaptan teorías existentes a nuevas observaciones, en un intento por acercarse a la verdad.